domingo, 6 de octubre de 2013

Metamorfosis

No soñaba, no.  Gregorio se levantó de la cama con la mirada perdida y se dirigió al baño para verse mejor.

En el espejo se fue mirando y analizando cada rasgo de su nuevo físico. Vio como le habían salido antenas, su espalda estaba recubierta por un exoesqueleto y cada vez que intentaba abrir la boca le salía un liquido muy raro.

 Gregorio no sabía qué hacer, si salía a la calle la gente se asustaría y si se quedaba en casa, poco a poco, se le irían agotando las reservas de comida. Decidió llamar a un amigo suyo que era biólogo para preguntarle cuanto pueden sobrevivir las cucarachas sin comida.

Éste le contestó que podían aguantar varias semanas y que se camuflaban muy bien entre los callejones. Eso le dio una idea a Gregorio, saldría a la calle envuelto en una gabardina y un sombrero, como los detectives de las películas, e iría hasta casa de su amigo para que le ayudase con su problema.


Así fue, Gregorio se vistió y bajó por las escaleras con cuidado de que no le viera ningún vecino, se asomaba a cada rellano al que llegaba hasta que consiguió llegar a la puerta de la calle. Una vez fuera Gregorio corrió todo lo que pudo hasta girar en un callejón. Puede que llevara un disfraz pero el olor a bicho era inconfundible. Por fin, divisó al final de la calle la casa de su amigo. Entró en el portal gracias a un vecino que salía ya que su voz se antojaba a la de un ogro. Consiguió colarse en el edificio y llegar a la planta determinada. Llamó a la puerta y su amigo le abrió con cara de sorpresa. Con una voz tímida y aguda le preguntó a Gregorio que quién era. Cuando Gregorio le contó que era él la tez de su amigo se volvió más pálida de lo que estaba...

No hay comentarios:

Publicar un comentario