Blog de aula Mario Guir 3º Eso B
lunes, 16 de junio de 2014
sábado, 7 de junio de 2014
domingo, 20 de abril de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
domingo, 23 de marzo de 2014
Lazarillo S. XXI, carta tema 6
A
su señoría:
Óscar,
ese soy yo, un chico de unos dieciséis años, mi vida no es que sea
muy fácil, últimamente ha estado un poco alborotada. Hace poco que
dejé mi lujosa vida en el barrio de la Buhaira en el cual gastaba en
un día lo que ahora gasto en tres meses. Mi padre era concejal en el
ayuntamiento y a casa llegaba mucho dinero, por lo que escuché ese
dinero era más que el que le cuadraba a Hacienda. Mi padre hace
tiempo que ya no vive con nosotros; aún así lo veo los domingos
cuando lo visito en la cárcel. Mi madre en cambio, no esta casi
nunca en casa, siempre se va muy temprano y vuelve muy tarde. La
única vez que le vi llevaba unas botas altas con medias de rejilla y
unos labios rojos. Mis hermanos y yo tenemos que cuidarnos entre
nosotros. En conclusión, había pasado de una vida ideal, con
caprichos y lujos que cualquiera desearía a que mi único lujo, mi
único capricho fuera dormir bajo un techo.
En
el colegio tampoco es que me fuera muy bien, me costó adaptarme, al
principio llevaba la ropa que pude recuperar de mi casa y el acento
madrileño que tanto me caracterizaba. Lo pasé bastante mal los
primeros meses de instituto ya que los otros niños se reían de mí
diciendo que era un pijo muerto de hambre. Y así era; conseguí algo
de ropa que trajo mi madre y desde entonces no me he cambiado. Un
grupo de personas me aceptó en su grupo después de mi cambio de
apariencia y actitud; adopté el acento de mis compañeros y algunos
de sus movimientos más característicos. Cuando me acostumbre a esa
forma de andar, hablar y moverme: a mediados de curso, decidimos
empezar a salir en los recreos y regresar antes de que nos pillaran.
Íbamos callejeando ocultándonos de la policía porque en algunos
bares nos habían perseguido por haber robado unas botellas de vodka.
Pero en fin, mi historia comienza aquí; en mis escapadas es dónde
comenzó mi alegría y mi dilema.
A
finales de curso decidimos cambiar de lugar para buscar uno más
tranquilo en cuánto a la policía, como mamá no estaba nunca en
casa podía salir cada vez que quisiese y las obligaciones escolares
me daban igual. Aquel sitio tranquilo nos permitía beber y robar sin
que a nadie nos sorprendiese, eso sí, las bandas más peligrosas
rondaban por allí y era de esperar de que nos cruzásemos con
alguna. Y así fue como empezó todo, esa banda se nos acercó en el
parking al que solíamos ir para fumar y beber. Los chicos eran más
grandes, más altos y más fuertes que nosotros. Podríamos haber
huido despavoridos, pero no, teníamos que quedarnos. Me di cuenta de
que ese grupo estaba compuesto también por chicas, todas con un moño
alto y camisetas sin magas de colores fosforitos, se notaba que
sabían usar el colorete, la sombra de ojos y el rímel. De hecho me
di cuenta porque una de ellas me estaba mirando, en cuanto nuestros
ojos se encontraron sentí tal ardor que creí que tenía fiebre.
Otro de los chavales me miró, y su mirada me enfrió enseguida. Ese
día bastó con una mirada para que supiéramos que no deberíamos
estar allí. En el camino de huida pensé en aquella chica, sabía
que tenía que volver al parking pues su banda estaría allí, aun
así tenía que volver a verla. Y así fue, en uno de los recreos
decidí ir a aquel parking. Allí estaba, sentada con sus amigas, al
rato y sin ninguna explicación se fueron todos y le dejaron sola. Me
acerqué e intenté hablar con ella pero las palabras no me salían.
Aún así me acerque cada vez más hasta que la tuve lo
suficientemente cerca cómo para haber hablado con ella pero pasó
algo totalmente diferente; le besé. En aquel momento estuvo bien
pero lo peor vino después, el grupo al que ella pertenecía se
acercaba. Tenía la esperanza de que no me hubieran visto pero sí,
me habían visto. El que tenía peor pinta se me acercó y lo último
que recuerdo es haber caído al suelo y un montón de golpes.
Desperté
en el pasillo de un hospital, la verdad es que hacía años que no
pisaba un hospital y por entonces los que yo pisaba eran privados.
Había mucha gente pasando: enfermeras, médicos, pacientes,
limpiadores e incluso parientes que corrían preocupados. Llamé a un
enfermero y le pregunté que qué había pasado. Me dijo que una
mujer me había encontrado en la calle y me había traído hasta
aquí.
Cuando
me dieron el alta mi madre y yo tuvimos que reunirnos con una mujer
en nuestra casa. Esa mujer era muy elegante y en cuanto entró en
casa noté que no le gustaba estar allí. Mi madre intentó
persuadirla pero ella fue directa al grano con el interrogatorio.
Tras unas dos horas interminables para mi madre la conclusión fue
que ella no tenía ingresos mensuales, me descuidaba económicamente
y que, aparte de ser alcohólica, no estaba nunca en casa. Con todos
estos factores la asistente determinó lo siguiente:
-Determino
que usted no está en condiciones de cuidar de su hijo por lo que se
le quitará la custodia del mismo, la cual pasará a manos de un
tutor o tutora legal.
La
cara de mi madre era de pocos amigos, al rato llegaron unas personas
que me llevaron a un lugar parecido a un internado y allí pasé
varios meses. Allí estaba solo y de vez en cuando veía a algún
niño y a finales de esos meses la asistente social que vino a mi
casa se sentaba conmigo y me decía cómo estaba mi familia. Mi madre
estaba cada vez peor y a mis hermanos les había pasado lo mismo que
a mí. Hasta que un día como otro cualquiera entró la asistente
social, como siempre y me contó algunas cosas nuevas:
-Óscar,
hemos decidido sacarte de aquí, pero solo si tu lo permites, vivirás
conmigo en Chicago dónde seguirás tus estudios.
No
dije nada. Solo asentí con la cabeza. Ella sonrió y días después
estaba fuera de aquel centro y en un avión camino de empezar a vivir
en otro país. Hace ya varios años que vivo allí pero por hoy me
encuentro en España dónde tengo que escribir esta carta a un juez
para que le de la razón a mi madre o a la asistente social sobre mi
custodia.
Barrio de Torreblanca
Barrio de la Buhaira
sábado, 8 de febrero de 2014
Complemento de Régimen
Actividad 13: Elabora un texto entre diez y quince líneas a partir de esta imagen. Usa al menos 3 oraciones con complemento de régimen.
Aquel día nos levantamos temprano para poder preparar las bicicletas. Mamá se puso muy contenta de que fuéramos al lago a correr con las bicis. al salir de casa me di cuenta de que la bici estaba rota. Tuvimos que esperar que mi padre la arreglara.
Al llegar nos sentamos e hicimos un pequeño picnic y luego nos echamos una siesta. Cuando nos despertamos nos dimos cuenta de que era demasiado tarde; por lo tanto volvimos a casa.
Ya aseado me tumbé en el sofá para ver la tele hasta que me llamaron para cenar. Cenamos sobras del picnic porque como nos habíamos despertado tarde a papá no le dio tiempo de volver para preparar la cena. Pensé que podíamos haber ido a cenar fuera, pero al parecer mis padres no fueron tan listos.
esa misma noche no pude dormir por los ruidos del bar de afuera, y a altas horas de la madrugada mi padre tuvo que levantarse para llamarle la atención.
Aquel día nos levantamos temprano para poder preparar las bicicletas. Mamá se puso muy contenta de que fuéramos al lago a correr con las bicis. al salir de casa me di cuenta de que la bici estaba rota. Tuvimos que esperar que mi padre la arreglara.
Al llegar nos sentamos e hicimos un pequeño picnic y luego nos echamos una siesta. Cuando nos despertamos nos dimos cuenta de que era demasiado tarde; por lo tanto volvimos a casa.
Ya aseado me tumbé en el sofá para ver la tele hasta que me llamaron para cenar. Cenamos sobras del picnic porque como nos habíamos despertado tarde a papá no le dio tiempo de volver para preparar la cena. Pensé que podíamos haber ido a cenar fuera, pero al parecer mis padres no fueron tan listos.
esa misma noche no pude dormir por los ruidos del bar de afuera, y a altas horas de la madrugada mi padre tuvo que levantarse para llamarle la atención.
lunes, 20 de enero de 2014
El prisionero
ROMANCE DEL PRISIONERO
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Que cuando la noche caía
se callaba el cantor,
mi cárcel guardaba
mi triste canción;
que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor;
cuando los enamorados
van a servir al amor.
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Que cuando la noche caía
se callaba el cantor,
mi cárcel guardaba
mi triste canción;
que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor;
cuando los enamorados
van a servir al amor.
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